María a sus 43 años, no tenía ganas de ir a la
fiesta de cumpleaños de su padre. Era una tradición asistir, pero para ella era
un verdadero tormento. Las preguntas de siempre martillarían durante semanas su
cabeza: -Hijita, ¿Por qué no te has casado? –la voz de su abuela llena de
preocupación.
-Mi hermana le huye a los hombres, a veces pienso
que le gustan las mujeres –la voz afeminada de su hermano homosexual, quien no
dejaba pasar la oportunidad de agredirla.
- María no quiere las sagradas obligaciones que
conlleva el estar casada, agregaba invariablemente la voz aguda y acusadora de
su madre…
Esas voces la habían perseguido por siempre. No, en
esta ocasión, no iría a la reunión familiar. Podría seguir tranquila sin tener
que dar explicación alguna. Entonces, decidió que lo mejor era quedarse en su
casa a escuchar su música favorita y de pronto esas voces no tendrían más poder
en su vida.
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